Carta Directora Orquesta
Resulta pertinente, en los actuales tiempos, preguntarse cuál es el rumbo que una sociedad como la nuestra puede tomar. Una sociedad que valora por sobre todas las cosas, el resultado, el producto y que poco o nada toma en consideración el proceso que ello ha involucrado.
Por otra parte, cuando el proceso y el resultado han sido más que satisfactorios, es poco comprensible cambiar las piezas de un engranaje probado, por eso resulta curiosa y desconcertante, la decisión de la nueva y flamante dirección ejecutiva de la Fundación Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile (FOJI).
Despedir a Alicia Pardo, Christian Ellwanger y Gabriela Faúndez, no sólo es un contrasentido en cuanto a la manera como se concibe el trabajo en equipo, si no que es una zancadilla política grave para el nuevo gobierno, pues las voces de quienes forman el cuerpo vivo de esta organización, no han demorado en alzarse, clamando por un asomo de cordura en la persona de Sebastián Dávalos, quien en posesión de su investidura como Presidente de la Fundación de Orquestas Juveniles y Director del Gabinete Sociocultural de la Presidencia, ha encargado a Walter Valdebenito, ex psicólogo de la FOJI, la misión de transformarse ni más ni menos, que en el Director Ejecutivo de una de las instituciones más emblemáticas de la misión del ex Presidente Lagos cual era: “Crecer con Igualdad”.
En un encuentro de Directores de Orquestas realizado en 2003 en La Serena, al que tuve la fortuna de asistir, escuché las palabras del Maestro Fernando Rosas, fundador de la FOJI : “La Fundación de Orquestas, es la única instancia que ha logrado hacer de Chile un país”, palabras que reflejan el impacto del movimiento de orquestas juveniles e infantiles; pues el resultado obtenido en términos técnico musicales, es tan asombroso como inexplicable para nuestro tipo de sociedad. Esta especie de filosofía pedagógica, no hace “selección de talentos”, los forma. No produce “competencia” entre pares, los hace colaborar entre ellos. Propone la educación para la habilidad desde la más tierna infancia, pero en ningún caso discrimina si alguien quiere aprender siendo mayor. Todos quienes trabajamos en educación, y eso incluye a quienes detentan el poder en la FOJI, deberíamos aplicar este método como enseñanza de vida, pues rescata lo mejor de la especie humana; la capacidad de trabajar en equipo, el respeto por los tiempos y espacios de cada uno, el valor del trabajo y del cariño con que este se realiza. De esto hablaba el Maestro Rosas, cuando planteaba que la Fundación Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile, ha promovido estos valores a lo largo y ancho de nuestro país y es quizás en este marco, que se puede explicar la avidez de orquestas propias, por parte de cada comunidad. Quizás porque una orquesta infantil o juvenil replica lo mejor de una sociedad humana.
El peso del cargo que ostenta hoy el señor Valdebenito, dice relación con quienes han sido sus antecesores, doña Maritza Parada, doña Luisa Durán y el mismísimo Maestro Fernando Rosas quien, dicho sea de paso, confiaba cada uno de sus movimientos en la persona de Alicia Pardo Norambuena, hoy inexplicablemente ex funcionaria de la FOJI. La manera ignominiosa como Alicia, Christian y Gabriela han sido despedidos de sus cargos, la actitud contumaz de un novel Director Ejecutivo, que al parecer no dará pié atrás en su pintoresca y desclasada forma de ejercer el poder entregado, la indolencia con que este tema está siendo enfrentado por las actuales autoridades, aún las que están por encima del señor Valdebenito, no son sino una muestra clara de que, en nuestro país, el arte no pasa de ser un mero objeto de ornamento; el “cuadrito” para la oficina del gerente, el “numerito artístico” para la inauguración de turno, el “taller de verano” que justifica la “inversión en cultura” de los municipios.
El que la mantención de orquestas y elencos que buscan realizar un trabajo medianamente serio, dependa vergonzosamente de fondos concursables y/o del arbitrio de las autoridades de turno, quienes muchas veces sin tener conocimiento alguno, tienen la desfachatez de cuestionar una labor seria y simplemente deciden hacer “ajustes en el equipo”, evidencia el subdesarrollo humano en el que nos encontramos.
Las grandes civilizaciones son recordadas por sus artistas e intelectuales: escritores, músicos, pintores, arquitectos, escultores, astrónomos, filósofos, poetas. El desarrollo del arte es una necesidad inherente del ser humano. Si después de 12 años de historia, la FOJI cae en la desidia y se transforma en un aparato más de un estado burócrata, cabe la posibilidad de pensar en el siguiente anuncio: “Por error en la talla, se vende poncho gigante, marca FOJI. Tratar en Balmaceda 1301 (Puerta Interior), o en su defecto, en el Palacio de La Moneda”.
Atentamente
Alejandra Rivas Directora de Orquestas Juveniles e Infantiles
Purén, Abril 05 de 2014.